Guerra del Pacifico
La Guerra del PacĂfico fue un conflicto armado acontecido entre 1879 y 1883 en el cual se enfrentaron la RepĂşblica de Chile contra las repĂşblicas del PerĂş y de Bolivia. TambiĂ©n se la ha denominado Guerra del Guano y Salitre.
Carta del desierto de Atacama y su litoral, entre los 20Âş y 24Âş S y los 71Âş y 68Âş W (abril de 1879). |
A mediados del siglo XIX, el desierto de Atacama habĂa adquirido un gran valor econĂłmico debido al descubrimiento de valiosos yacimientos de guano y, posteriormente, de salitre, ambos, entonces, con buena ley y buen precio en el mercado internacional.
Existen discrepancias entre los historiadores bolivianos y chilenos con respecto a si el territorio de la Audiencia de Charcas, primero dependiente del Virreinato del PerĂş y despuĂ©s del Virreinato del RĂo de la Plata, disponĂa o carecĂa de litoral. Apoyándose en diversos documentos, los bolivianos insisten en que lo tenĂa; por su parte, los chilenos lo niegan o lo ponen en duda. Al crearse la RepĂşblica de Bolivia en 1825,1 SimĂłn BolĂvar incluyĂł la costa de Cobija (Puerto La Mar) como parte de esta nueva repĂşblica. La explotaciĂłn econĂłmica de esa zona costera fue llevada a cabo por empresarios y pirquineros chilenos.
Antes del inicio de la guerra, los respectivos presidentes eran HilariĂłn Daza (en Bolivia), AnĂbal Pinto Garmendia (en Chile) y Mariano Ignacio Prado (en el PerĂş). Las RepĂşblicas de Bolivia y de Chile habĂan suscrito dos tratados de lĂmites: el primero de ellos en 1866 (Tratado de lĂmites de 1866 entre Bolivia y Chile) y el segundo en 1874, junto a un protocolo complementario en 1875 (Tratado de lĂmites de 1874 entre Bolivia y Chile). Ambos tratado fueron ratificados en su oportunidad y canjeados en Santiago y en La Paz.
De acuerdo con su preámbulo, el tratado de 1866 tenĂa por finalidad, "poner un tĂ©rmino amigable y recĂprocamente satisfactorio a la antigua cuestiĂłn pendiente entre ellas sobre la fijaciĂłn de sus respectivos lĂmites territoriales en el desierto de Atacama y sobre la explotaciĂłn de los depĂłsitos de huano existentes en el litoral del mismo desierto" [sic], estableciendo en su artĂculo I que la frontera de los dos paĂses serĂa "en adelante el paralelo 24 de latitud meridional desde el litoral del PacĂfico hasta los lĂmites orientales de Chile". Asimismo, establecĂa una medianerĂa en favor de ambos paĂses, entre los paralelos 23 y 25, sobre los productos provenientes de la explotaciĂłn de los depĂłsitos de guano y los derechos de exportaciĂłn que se percibieran sobre los minerales extraĂdos en aquella área.
El gobierno que depuso a Mariano Melgarejo declarĂł como nulos todos los actos del gobierno anterior, incluyendo los tratados de lĂmites firmados con Chile y Bolivia. Esta declaraciĂłn tensionĂł las relaciones con el gobierno chileno hasta la firma del Tratado de 1874, que reemplazĂł al de 1866. Este Ăşltimo tratado volviĂł a fijar como lĂmite entre las RepĂşblicas de Chile y Bolivia "El paralelo del grado 24 desde el mar hasta la cordillera de los Andes en el divortia aquarum" [sic], estableciendo, además, en el artĂculo IV, que los derechos de exportaciĂłn que se impusieran sobre los minerales exportados en el territorio comprendido entre los paralelos 23 y 25 de latitud sur "no excederan la cuota de la que actualmente se cobra, i las personas, industrias y capitales chilenos no quedarán sujetos a mas contribuciones de cualquiera clase que sean que las que al presente existen. La estipulaciĂłn contenida en este artĂculo durará por el termino de venticinco años" [sic]. Este tratado internacional era el vigente hacia 1879.
El 27 de noviembre de 1873, la CompañĂa de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, una sociedad chilena formada por capitales chilenos y británicos, firmĂł un acuerdo con el gobierno boliviano que le autorizaba la explotaciĂłn de salitre libre de derechos por 15 años, desde la bahĂa de Antofagasta hasta Salinas, incluyendo el Salar del Carmen. Dicho acuerdo no fue ratificado por el congreso boliviano, que en ese entonces se encontraba analizando las negociaciones con Chile,2 que darĂan como resultado el tratado de 1874.
HilariĂłn Daza, Presidente AnĂbal Pinto, Presidente Mariano Ignacio Prado,
de Bolivia (1876-1879). de Chile (1876-1881). Presidente del PerĂş(1876-1879).
Crisis E Inicio Del Conflicto
HilariĂłn Daza, Presidente AnĂbal Pinto, Presidente Mariano Ignacio Prado,
de Bolivia (1876-1879). de Chile (1876-1881). Presidente del PerĂş(1876-1879).
Crisis E Inicio Del Conflicto
BatallĂłn NÂş 3 de LĂnea del EjĂ©rcito de Chile, formados en columnas en la Plaza ColĂłn de Antofagasta, Bolivia en 1879. |
ArtĂculo Ăšnico. Se aprueba la transacciĂłn celebrada por el ejecutivo en 27 de noviembre de 1873 con el apoderado de la CompañĂa AnĂłnima de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta a condiciĂłn de hacer efectivo, como mĂnimo, un impuesto de diez centavos en quintal de salitre exportado.
Asamblea Nacional Constituyente de Bolivia. Ley de 14 de febrero de 18783
En lo que respecta a Chile, el cobro del impuesto de 10 centavos sobre quintal exportado violaba el artĂculo IV del tratado de 1874. Por ello, dicho impuesto encontrĂł una gran resistencia por parte de los propietarios de la empresa afectada y una cerrada defensa de su causa por parte del gobierno de Santiago, desencadenándose un conflicto diplomático.
A lo largo de los meses subsiguientes, el gobierno boliviano se abstuvo de implementar la ley mientras se discutĂan las objeciones presentadas por el gobierno chileno. El 8 de noviembre, el canciller Alejandro Fierro enviĂł una nota al canciller MartĂn Lanza indicando que el Tratado de 1874 podrĂa declararse nulo si se insistĂa en cobrar el impuesto, renaciendo los derechos de Chile anteriores a 1866. El 17 de noviembre, el gobierno de La Paz ordenĂł al prefecto del departamento de Cobija que aplicara la ley del impuesto para iniciar las obras de reconstrucciĂłn de Antofagasta. Aunque ambas partes propusieron la resoluciĂłn del conflicto por vĂa de un arbitraje, tal como lo contemplaba el Protocolo de 1875, este no llegĂł a realizarse ya que mientras el gobierno de Chile exigĂa que se suspendiera la ejecuciĂłn de dicha ley hasta que su legalidad fuese determinada por un árbitro, el gobierno de Bolivia exigĂa que el blindado Blanco Encalada y sus fuerzas navales se retiraran de la bahĂa de Antofagasta. El 6 de febrero, ante las protestas por parte de la CompañĂa de Salitres por la ley del impuesto y dado que el contrato no habĂa cumplido con los trámites para declararlo, el gobierno de Bolivia rescindiĂł el contrato con la CompañĂa de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta. El prefecto Zapata ordenĂł rematar sus bienes para cobrar los impuestos generados desde febrero de 1878.
En Chile, la decisiĂłn de impedir el remate se tomĂł la mañana del 11 de febrero, cuando, en una sesiĂłn especial del gabinete chileno, se recibiĂł un telegrama del norte, conteniendo textualmente un mensaje del ministro plenipotenciario de Bolivia "AnulaciĂłn de la ley de febrero, reivindicaciĂłn de las salitreras de la compañĂa". Este gatillĂł la decisiĂłn del presidente AnĂbal Pinto de ordenar la ocupaciĂłn de Antofagasta, que se realizĂł el 14 de febrero de 1879, ocupando tropas chilenas el litoral boliviano hasta el paralelo 23.4 El 14 de febrero, el dĂa del remate, tres naves chilenas desembarcaron en Antofagasta, Mejillones, Cobija y Caracoles reinvindicándose estos territorios. El 16 de febrero, llegĂł a Lima el ministro boliviano Serapio Reyes a fin de exigirle al gobierno peruano que cumpliera con el tratado de alianza defensiva de 1873. El 27 de febrero, HilariĂłn Daza decretĂł el estado de sitio en Bolivia.
Gracias a los archivos de la CompañĂa de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta, se sabe que en Chile no existĂa interĂ©s en ir a la guerra por salvar a la compañĂa, a pesar de que muchos polĂticos y ministros importantes eran accionistas minoritarios de la compañĂa[cita requerida]. Sin embargo, la decisiĂłn serĂa otra en el caso de que se remataran efectivamente las salitreras, lo que, segĂşn la visiĂłn del presidente de Chile AnĂbal Pinto, supondrĂa la violaciĂłn efectiva del tratado.
El PerĂş, que habĂa suscrito el Tratado de Alianza Defensiva con Bolivia de carácter secreto en 1873 y al que Argentina no se habĂa adherido, tratĂł de persuadir al gobierno de La Paz para someterse a un arbitraje con la misiĂłn Quiñones,5 figura que se encontraba estipulada en el protocolo complementario de 1875, toda vez que se trataba de un "problema tributario" y no territorial. El gobierno peruano, para mediar en el conflicto, enviĂł a su ministro plenipotenciario JosĂ© Antonio de Lavalle a Chile; la misiĂłn del diplomático fracasĂł. El canciller chileno Alejandro Fierro preguntĂł al plenipotenciario peruano sobre la existencia de un "Tratado Secreto" firmado con Bolivia en 1873. Lavalle no tenĂa instrucciones sobre ello y le indicĂł que en la comisiĂłn diplomática del congreso a la que Ă©l pertenecĂa no se habĂa tocado ese tema. En Lima el 20 de marzo, el presidente peruano le expuso al representante chileno Godoy que el tratado existĂa y que convocarĂa al congreso peruano para evaluar quĂ© actitud tomar ante Chile y Bolivia.
El 1 de marzo, el gobierno de Bolivia declaró cortado todo comercio con Chile, asumiendo que hay un estado de guerra6 . El 15 de marzo, Chile inició preparativos para ocupar más al norte del paralelo 23. Con ello, el 23 de marzo, tuvo lugar la batalla de Calama, en la que las fuerzas chilenas vencieron a un grupo de civiles bolivianos. El 5 de abril de 1879, Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú.
La revisiĂłn y análisis del tratado de 1873 entre PerĂş y Bolivia, lleva a historiadores peruanos a la conclusiĂłn de que el PerĂş tenĂa la opciĂłn de decidir si este tratado estaba vigente, ya que Bolivia habĂa firmado uno de lĂmites con Chile en 1874 sin consultar al PerĂş,7 o si la agresiĂłn a Bolivia era real o si el asunto merecĂa un arbitraje. Esta misma interpretaciĂłn dice que, a raĂz de la penetraciĂłn de tropas chilenas en territorio boliviano y el poco interĂ©s del gobierno de Chile en "una salida diplomática" y a la declaratoria de guerra que le hace el gobierno chileno el 5 de abril, PerĂş se sintiĂł ligado a Bolivia por el tratado recĂproco de defensa y entrĂł, asimismo, en la contienda, declarando el casus foederis.
En cambio, la historiografĂa chilena afirma que el pacto es defensivo en la forma, pero ofensivo en el fondo, por lo que considera la mediaciĂłn de PerĂş despuĂ©s de la toma de Antofagasta como una forma de ganar tiempo, mientras se realizaban preparativos de guerra.8 Además declara un motivo de más largo alcance para que la guerra terminara en un conflicto entre Chile y PerĂş, que serĂa, segĂşn esta visiĂłn, una enemistad que tendrĂa raĂces en la Ă©poca colonial, exacerbada en la independencia y en la Guerra contra la ConfederaciĂłn PerĂş-Boliviana.
Por otra parte, la historiografĂa peruana afirma que la relaciones coloniales eran de cooperaciĂłn y comercio entre los puertos del Callao y ValparaĂso. DespuĂ©s de proclamada la Independencia, ambos gobiernos suscribieron un tratado de Liga, Alianza y ConfederaciĂłn el 23 de diciembre de 1822, que establecĂa principalmente una alianza militar entre el PerĂş y Chile, el cual se complementĂł el 26 de abril de 1823 con un tratado de Auxilios, que reglamentaba el financiamiento de la campaña libertadora9 y aunque posteriormente el gobierno peruano no reconociĂł dicha deuda, en 1839, con la derrota de la ConfederaciĂłn, el PerĂş pagĂł a Chile la deuda contraĂda por el servicio prestado por el ejĂ©rcito chileno en la campaña restauradora y la independencia,10 asĂ como reconociĂł las acciones de los oficiales de Chile otorgándoles premios11 y condecoraciones del ejĂ©rcito del PerĂş por reunificar el PerĂş y derrotar a Santa Cruz reconociendo a Chile como aliado del PerĂş.12 Esta alianza volverĂa a fortalecerse en 1866 durante la Guerra Hispano-Sudamericana en la cual las escuadras navales de ambos paĂses combatieron juntas a la Armada Española en el Combate naval de Abtao. Tras el Combate del Callao y el retiro de la flota europea de aguas americanas en octubre del mismo año, el ministro chileno en el PerĂş Marcial MartĂnez, en cumplimiento de una ley dada por el congreso de su paĂs, confiriĂł al presidente peruano Mariano Ignacio Prado (el mismo en 1879) los despachos de General de DivisiĂłn en el EjĂ©rcito Chileno.13 Esto ha llevado a la historiografĂa peruana a afirmar la existencia de intereses econĂłmicos y polĂticas expansionistas en la clase dirigente chilena de ese entonces como verdadero motivo del estallido de la guerra.
A comienzos de la guerra era evidente que antes de cualquier operaciĂłn militar en un terreno tan difĂcil como el desierto de Atacama, debĂa ganarse el control de los mares.
El poder de la escuadra chilena se basaba en las fragatas blindadas gemelas, Cochrane y Blanco Encalada, de 3.560 toneladas, 6 cañones de 250 libras de avancarga, 2 de 70, y 2 de 40 libras, blindaje de 9 pulgadas, velocidad de 11 millas a su máxima capacidad. El resto de la escuadra estaba formada por las siguientes naves de madera: las corbetas Chacabuco, O’Higgins y Esmeralda, la cañonera Magallanes y la goleta Covadonga.
La escuadra peruana basaba su poder en la fragata blindada Independencia y el monitor Huáscar. La Independencia desplazaba 3.500 toneladas, tenĂa un blindaje de 4½ pulgadas, 2 cañones de 150 libras, 12 de 70, 4 de 32, 4 de 9 libras, y andar de once millas a su máxima capacidad. El monitor Huáscar deplazaba 1.745 toneladas, blindaje de 4½ pulgadas, 2 cañones de 300 libras de avancarga, ubicados en la torre giratoria, y 11 millas de velocidad a su máxima capacidad, con lo cual posiblemente era la nave de combate más moderna de la marina de guerra del PerĂş. Completaban la escuadra peruana los monitores fluviales Atahualpa y Manco Cápac, la corbeta de madera UniĂłn y la cañonera de madera Pilcomayo. Bolivia contaba con buques de guerra como el Guardacostas BolĂvar, el Guardacostas Mcal. Sucre y las embarcaciones Laura y Antofagasta.
El puerto peruano de Iquique fue bloqueado por parte de la armada chilena. En el Combate naval de Iquique, el 21 de mayo de 1879, el monitor Huáscar, al mando del capitán de navĂo Miguel Grau Seminario, logrĂł hundir a la corbeta chilena Esmeralda, al mando del capitán de fragata Arturo Prat ChacĂłn, el que, al morir durante el combate, se convierte en el mayor hĂ©roe naval chileno. El mismo dĂa, la fragata Independencia se enfrentĂł con la goleta 'Covadonga, cuyo comandante capitán de corbeta Carlos Condell de la Haza, prefiriĂł evadir el combate bordeando la costa, perseguido por la Independencia que, en su afán de espolonear a la Covadonga, hizo que el blindado peruano encallara en Punta Gruesa. El resultado de ese dĂa en Iquique y Punta Gruesa calĂł hondo en la opiniĂłn pĂşblica de ambos paĂses. Los combates navales de Iquique y Punta Gruesa le dieron una victoria táctica al PerĂş: el bloqueo del puerto de Iquique fue levantado y las naves chilenas fueron hundidas o abandonaron el área. En el combate de Iquique, despuĂ©s de que el Huáscar hundiera la Esmeralda, Grau ayudĂł a los náufragos y enviĂł un pĂ©same a la esposa de Arturo Prat; mas tarde en Punta Gruesa, la escuadra peruana perdiĂł a la fragata blindada de 3.500 toneladas al encallar en unos arrecifes cuando intentaba capturar una nave de madera de 630 toneladas, quienes continuaban en combate hasta la llegada del Huáscar. La pĂ©rdida de la fragata blindada Independencia, la mayor nave de la escuadra de la marina de guerra del PerĂş, representĂł un golpe irreparable para Ă©sta.
Pese a su condiciĂłn de inferioridad numĂ©rica, el comandante del Huáscar mantuvo en jaque a toda la escuadra chilena durante seis meses. Entre las acciones más destacadas de las llamadas correrĂas del Huáscar se cuentan: el primer combate naval de Antofagasta (26 de mayo de 1879) y el segundo combate naval de Antofagasta (28 de agosto de 1879). El punto culminante fue la captura del vapor RĂmac, el 23 de julio de 1879. En esta acciĂłn, Grau no sĂłlo capturĂł dicho buque, sino tambiĂ©n el regimiento de caballerĂa Carabineros de Yungay el cual se encontraba abordo. Este hecho causĂł una crisis en el gobierno chileno que provocĂł la renuncia del almirante Juan Williams Rebolledo. Tras la renuncia de Williams, el mando de la escuadra chilena fue entregado al comodoro Galvarino Riveros Cárdenas quien se abocĂł a dar caza al Huáscar.
Pese a su condiciĂłn de inferioridad numĂ©rica, el comandante del Huáscar mantuvo en jaque a toda la escuadra chilena durante seis meses. Entre las acciones más destacadas de las llamadas correrĂas del Huáscar se cuentan: el primer combate naval de Antofagasta (26 de mayo de 1879) y el segundo combate naval de Antofagasta (28 de agosto de 1879). El punto culminante fue la captura del vapor RĂmac, el 23 de julio de 1879. En esta acciĂłn, Grau no sĂłlo capturĂł dicho buque, sino tambiĂ©n el regimiento de caballerĂa Carabineros de Yungay el cual se encontraba abordo. Este hecho causĂł una crisis en el gobierno chileno que provocĂł la renuncia del almirante Juan Williams Rebolledo. Tras la renuncia de Williams, el mando de la escuadra chilena fue entregado al comodoro Galvarino Riveros Cárdenas quien se abocĂł a dar caza al Huáscar.
El combate decisivo de la campaña naval tuvo lugar en Punta Angamos, el 8 de octubre de 1879. En este combate, el monitor Huáscar, junto con la UniĂłn, que logrĂł escapar, fue finalmente capturado por la armada de Chile, a pesar del intento de hundirlo por parte de su tripulaciĂłn. Durante el combate muriĂł su comandante Miguel Grau Seminario, convirtiĂ©ndose a su vez en el hĂ©roe patrio del PerĂş. El combate naval de Angamos marcĂł el fin de la campaña naval de la Guerra del PacĂfico.
Campaña Terrestre
Campaña Terrestre
Las tropas del ejército chileno iniciaron una serie de maniobras militares en las provincias de Tarapacá, Tacna y Arica. Las victorias de Pisagua, Pampa Germania y Dolores, a fines de 1879, aseguraron el dominio chileno sobre el departamento de Tarapacá, asà como las de Tacna y Arica en 1880. La batalla de Tarapacá fue una victoria aliada, pero ésta no cambió el curso de los acontecimientos a favor de los aliados, pues Bolivia se retiró de la guerra después de la batalla del Alto de la Alianza en Tacna y Chile siguió luchando contra el Perú.
La capital peruana vivĂa desconectada del resto del paĂs y subestimĂł completamente la situaciĂłn bĂ©lica, lo que contribuyĂł a desestabilizar completamente su clase polĂtica y a evitar una preparaciĂłn efectiva para enfrentar el desembarco chileno al sur de la ciudad. En enero de 1881, las tropas chilenas entraron en Lima, despuĂ©s de las batallas de San Juan y Miraflores. En esta Ăşltima, la propia poblaciĂłn civil defendiĂł sin Ă©xito la ciudad cuando el ejĂ©rcito chileno atacĂł tres de los doce reductos. DespuĂ©s de la batalla, hubo incendios y saqueos en los poblados de Chorrillos y Barranco.
Las fuerzas chilenas establecieron su autoridad y se impusieron cupos de guerra a la poblaciĂłn limeña. Se impuso el orden en la ciudad, en las zonas de ocupaciĂłn, y se restablecieron las actividades. Sin embargo, este orden no evitĂł la salida de objetos y bienes cientĂficos o culturales, tales como instrumentos, herramientas, mobiliario y libros, algunos de los cuales fueron enviados a Chile, terminando otro tanto en manos de privados de ambos paĂses.
Las fuerzas chilenas establecieron su autoridad y se impusieron cupos de guerra a la poblaciĂłn limeña. Se impuso el orden en la ciudad, en las zonas de ocupaciĂłn, y se restablecieron las actividades. Sin embargo, este orden no evitĂł la salida de objetos y bienes cientĂficos o culturales, tales como instrumentos, herramientas, mobiliario y libros, algunos de los cuales fueron enviados a Chile, terminando otro tanto en manos de privados de ambos paĂses.
El dictador Nicolás de PiĂ©rola Villena, quien se retirĂł de la capital para pretender seguir gobernando desde el interior del paĂs, fue sustituido por un gobierno civil a cargo de Francisco GarcĂa CalderĂłn, que se negĂł a firmar la entrega del Departamento de Tarapacá.
Sin posibilidades de firmar la paz, el jefe de la ocupación chilena Vicealmirante Patricio Lynch estableció su cuartel militar en el Palacio de Pizarro en Lima y dirigió el combate contra la resistencia peruana en la sierra, en lo que se denomina la Campaña de la Breña o de la sierra, enfrentando abundantes actos de sedición en la misma ciudad y, posteriormente, una resistencia claramente organizada.
DespuĂ©s de los enfrentamientos en San Juan y Miraflores, el entonces Coronel peruano AndrĂ©s Avelino Cáceres y otros, como el capitán JosĂ© Miguel PĂ©rez, decidieron llegar a los Andes Centrales para organizar y reiniciar la resistencia al ejĂ©rcito de ocupaciĂłn chileno. Para ello, el 15 de abril de 1881, se embarcaron en el tren de la estaciĂłn de Viterbo, evadiendo la vigilacia de los soldados chilenos, con destino final la ciudad de Jauja. AsĂ, y en gran medida ayudado por su profundo conocimiento de la lengua quechua, Cáceres organizĂł la defensa entre la poblaciĂłn civil de la Sierra Central y el Coronel Gregorio AlbarracĂn en la Sierra Sur, quienes ejecutaron una efectiva guerra de guerrillas durante tres años. Eligieron la breña de los Andes Centrales porque presentaba una topografĂa excelente para aplicar la estrategia de guerra de guerrillas y, tambiĂ©n, porque existĂan nuevos elementos humanos, aunque sin entrenamiento y con escaso armamento para una lucha prolongada.
La resistencia militar liderada por Cáceres en la regiones sur y centro andinas obtuvo varias victorias contra las fuerzas chilenas y se dirigiĂł a Cajamarca, en la sierra norte, para evitar el encumbramiento de Miguel Iglesias, quien desde 1882 habĂa manifestado firmar la paz con el gobierno chileno, aceptando cesiĂłn territorial.
El 3 de mayo de 1883, la base del Tratado de AncĂłn ya estaba acordada entre Patrico Lynch y Miguel Iglesias quien firmĂł este convenio inicial desde Cajamarca.15 El 10 de julio de 1883, se desarrollĂł la Batalla de Huamachuco entre AndrĂ©s A. Cáceres y Alejandro Gorostiaga, finalizando con una victoria chilena. Miguel Iglesias enviĂł una comisiĂłn especial para felicitar a Gorostiaga por su victoria. De esta manera, Cáceres habĂa sido minimizado lo suficiente como para no cuestionar su autoridad. Montero, por su parte, tuvo que salir de Arequipa para evitar la destrucciĂłn de la ciudad. El 20 de octubre de 1883 terminĂł en AncĂłn la discusiĂłn de los tĂ©rminos del tratado de paz. Una vez firmado el Tratado de AncĂłn, el 11 de marzo de 1884, la Asamblea Constituyente aprobĂł el Tratado. Iglesias marchĂł hacia Lima para asumir el gobierno del PerĂş.
El 3 de mayo de 1883, la base del Tratado de AncĂłn ya estaba acordada entre Patrico Lynch y Miguel Iglesias quien firmĂł este convenio inicial desde Cajamarca.15 El 10 de julio de 1883, se desarrollĂł la Batalla de Huamachuco entre AndrĂ©s A. Cáceres y Alejandro Gorostiaga, finalizando con una victoria chilena. Miguel Iglesias enviĂł una comisiĂłn especial para felicitar a Gorostiaga por su victoria. De esta manera, Cáceres habĂa sido minimizado lo suficiente como para no cuestionar su autoridad. Montero, por su parte, tuvo que salir de Arequipa para evitar la destrucciĂłn de la ciudad. El 20 de octubre de 1883 terminĂł en AncĂłn la discusiĂłn de los tĂ©rminos del tratado de paz. Una vez firmado el Tratado de AncĂłn, el 11 de marzo de 1884, la Asamblea Constituyente aprobĂł el Tratado. Iglesias marchĂł hacia Lima para asumir el gobierno del PerĂş.
DespuĂ©s de la guerra, las diferencias entre Cáceres e Iglesias dieron origen de una guerra civil entre los partidarios de ambos lĂderes, que finalizĂł en 1885 con el triunfo del primero.
Plaza principal de Chorrillos antes de la Batalla de San Juan. |
Entrada del ejército chileno a Lima. |
Consecuencias
El costo del conflicto en vidas humanas fue alto, sobre todo en lo que se refiere a pérdidas de vidas civiles. Un conteo hace calcular que las bajas estuvieron entre los 14.00016 y 23.00017 muertos, entre civiles y militares, a lo largo de la guerra.
La guerra concluyĂł oficialmente el 20 de octubre de 1883 con la firma del Tratado de AncĂłn, mediante el cual el Departamento de Tarapacá pasĂł a manos chilenas permanentemente y las provincias de Arica y Tacna quedaron bajo administraciĂłn chilena por un lapso de 10 años, al cabo del cual un plebiscito decidirĂa si quedaban bajo soberanĂa de Chile, o si volvĂan al PerĂş.
A la firma de este tratado, el Departamento de Tacna contaba con tres provincias: Tacna, Arica y Tarata. En 1885, dos años después del tratado, Chile ocupó la provincia de Tarata, la cual fue devuelta al Perú el 1 de septiembre de 1925 por resolución del árbitro Calvin Coolidge, presidente de los Estados Unidos.
El plebiscito previsto en el Tratado de AncĂłn nunca se llevĂł a cabo y no fue hasta 1929 que se firmĂł el Tratado de Lima, que contĂł con la mediaciĂłn de Estados Unidos, que decidiĂł que gran parte de la provincia de Tacna fuese devuelta al PerĂş mientras que Arica y el resto quedara definitivamente en manos de Chile.
El Estado de Chile pudo iniciar un proceso de chilenización dirigido a la población de Tacna, Arica y Tarapacá, interviniendo en las organizaciones privadas y públicas de la zona. A inicios del siglo XX, la chilenización se hizo más intensiva y compulsiva, llegando a puntos exacerbados hacia el primer centenario de la Independencia de Chile,18 por la actividad de ciertos grupos de población civil chilena, de naturaleza nacionalista, que comenzaron la creación de "ligas patrióticas" con la finalidad de desaparecer los rasgos peruanos de los territorios de Tacna, Tarata, Arica y Tarapacá.
La paz entre Chile y Bolivia fue firmada en 1904. Sin embargo, el tratado de paz entre ambas naciones, en el cual Bolivia definitivamente reconocĂa la permanente soberanĂa chilena sobre el territorio previamente en disputa, ha sido origen constante de tensiones diplomáticas entre ambos paĂses durante el siglo XX y comienzos del siglo XXI, debido a que Bolivia perdiĂł toda posibilidad de salida soberana al ocĂ©ano PacĂfico.
Tras su victoria, Chile tomĂł posesiĂłn no sĂłlo de una importante extensiĂłn territorial, sino tambiĂ©n de enormes depĂłsitos salitreros, guaneros y de cuprĂferos. Éstos fueron adquiridos mayoritariamente por capitales británicos, por medio de la compra de bonos desvalorizados emitidos antes del conflicto por PerĂş y adquiridos a bajos precios con prĂ©stamos de bancos chilenos, que los hacĂan dueños de las salitreras. Esto ha llevado a parte de la historiografĂa moderna a ver a los ingleses como instigadores ocultos de la guerra, sin pruebas concluyentes a decir de la historiografĂa chilena[cita requerida]. Algunos historiadores creen ver en algunas publicaciones de la Ă©poca, inglesas y europeas en general, por ejemplo la editorial del diario británico "The Bullonist", aparecida en 1879, como pruebas del apoyo a las aspiraciones chilenas. Por el contrario, otros estiman que estas publicaciones se deben más bien al clima electoral existente en Inglaterra y a la ardua disputa entre el Primer Ministro Benjamin Disraeli, partidario de intervenir, y el liberal polĂtico británico William Gladstone, contrario a la intervenciĂłn.
El salitre fue la principal fuente de riqueza de Chile hasta el descubrimiento del salitre sintético por los alemanes, durante la Primera Guerra Mundial.
DespuĂ©s de la ocupaciĂłn chilena de Lima en 1881, el gobierno argentino ordenĂł alistar el ejĂ©rcito, la compra de un blindado, de material de guerra y la construcciĂłn de un lĂnea fĂ©rrea hasta los Andes como vĂa de abastecimiento. Con ello ambos paĂses se colocaron al borde de una guerra, aceptando la mediaciĂłn del gobierno estadounidense.19 El 22 de octubre de 1881, se canjearon en Santiago las ratificaciones del Tratado de lĂmites entre Chile y Argentina, un acuerdo con el que se definieron con precisiĂłn los lĂmites preexistentes entre la Argentina y Chile en la regiĂłn patagĂłnica.20 21 Con este tratado, se entendĂa en Chile que Argentina se comprometĂa tácitamente a la neutralidad en la guerra que se libraba en el PacĂfico y que no firmarĂa el Tratado de Alianza Defensiva PerĂş–Bolivia.
En 1883, Chile quedĂł en posesiĂłn de la Puna de Atacama de 75.000 km², que hasta entonces habĂa pertenecido a Bolivia y la considerĂł de su propiedad despuĂ©s del Tratado de Tregua de 1884. Sin embargo, diversos tratados y mediaciones entre Bolivia, Argentina y Chile concluyeron en 1889, cuando Argentina renunciĂł a su reclamo sobre Tarija y Chichas reconociĂ©ndolas como territorio de Bolivia, y en 1899, cuando 64.000 km² de la Puna de Atacama quedaron para la Argentina y 11.000 km² para Chile.
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