Alasitas 2011 en Bolivia
La Fiesta de las Alasitas se festeja principalmente en la ciudad de La Paz, constituye la más importante muestra artesanal de la ciudad, son dos semanas y media de miniaturas, juegos de azar, comidas y tradición. se realiza el 24 de enero, al inicio del solsticio de verano y se prolonga oficialmente hasta el 4 de febrero, aunque generalmente permanece hasta fines de ese mes y no será la excepción la Alasitas 2011.
Sebastián Segurola, gobernador e intendente de La Paz dispuso el año 1781 que se realice este festejo en homenaje a quien salvĂł a la ciudad del asedio indĂgena, y asĂ fue ordenada la fiesta del mercado de miniatura, costumbre que los indĂgenas traĂan desde de los antiguos collas.
Alasitas, feria de miniaturas
En el Cerro Santa Bárbara conocido antes como el Cerro del Calvario es donde ahora se realiza feria de Alasitas, allĂ los brujos aymaras, detentaban el negocio de la venta de medicinas, hechizos, sahumerios y se mezclaban cultos religiosos y supersticiĂłn, allĂ se simulaba la compra de terrenos donde los nuevos propietarios construĂan sus casitas con piedritas, se celebraban matrimonios, se adquirĂan diferentes artĂculos y esta práctica era motivo de la Ch'alla con cerveza y licores, celebrando el acontecimiento y pidiendo la protecciĂłn de la Pachamama.
La Alasita, voz aymara que significa comprame, no es exclusiva de Santa Bárbara, durante muchos años la zona de la plaza de San Pedro la albergĂł,y todo el barrio se convertĂa en feria de Alasitas. La plaza de Churubamba y la avenida Montes tambiĂ©n la cobijaron, hasta que, por el crecimiento de la ciudad y de su parque automotor se decidiĂł reponerla a la zona Santa Bárbara. El campo utilizado para este propĂłsito se extiende en todo lo que era el zoolĂłgico de La Paz, sigue por las calles que lo circundan, la avenida del EjĂ©rcito, la calle Roosevelt y toma por algunos dĂas la plaza Alfredo DomĂnguez, en el atrio del Teatro al Aire Libre y el Parque del Scout.
La feria de Alasitas se celebra en honor al Ekeko, un Ădolo familiar aymara que simboliza la fecundidad, la alegrĂa, la abundancia y la prosperidad. Se trata de un personaje rechoncho y sonriente que se va cargado de una variedad de productos en miniatura, de primera necesidad y tambiĂ©n otros, que simbolizan lo que cada persona ansĂa obtener como casas, vehĂculos, dinero, etc. El motivo original religioso, fue transformándose en una devociĂłn profundamente arraigada hacia el antiguo Dios de la Abundancia, el Ekeko.
Por un momento, las personas dejan de lado sus actividades y preocupaciones cotidianas y salen a las calles para comprar las representaciones de sus sueños y luego ofrendan sus nuevas pertenencias a este dios de la abundancia y a los santos.
Durante esta celebración el tiempo parece detenerse, aunque paradójicamente la ciudad está más conmocionada que de costumbre. Es natural, el dios de la abundancia está llegando como cada año y trae una carga de fortuna para los que creen en él.
La fe es tal y las necesidades tantas, que el campo ferial ya no es el único lugar de reunión para quienes salen de sus casas y oficinas llevando aquellas miniaturas que representan sus máximas aspiraciones materiales.
El Ekeko
El Ekeko es un muñeco de terracota que puede presentarse en varios tamaños, pero que generalmente tiene alrededor de 20 cm de altura. Representa a un hombre con las tĂpicas vestiduras de la regiĂłn andina, de su cuerpo cuelgan pequeñas bolsitas, que a modo de alforjas contienen cereales, tabaco y billetes enrollados. El poseedor del Ekeko puede agregar nuevas ofrendas en miniatura que se colgarán de la estatuilla o se ubicarán a su lado, representando aquello que se desea obtener.
Ekeko en Alasitas
El Ekeko era considerado por los antiguos collas como el dios de la fortuna y la prosperidad, segĂşn las creencias este Ădolo se encargaba de traer al hogar fortuna y alegrĂa, además ahuyentaba las desgracias, debĂa ser el compañero inseparable de la familia. Pero tambiĂ©n se cree que es vengativo, ya que si no se le presta atenciĂłn castiga quitando todo lo que su dueño tiene o con enfermedades, una de las formas de rendirle culto, y para lograr los favores solicitados, hay que hacer "fumar" al Ekeko en el momento en que se pone el objeto, la figura presenta un hueco en la zona donde deberĂa estar la boca, y es allĂ donde debe colocarse un cigarrillo encendido. Si el deseo o pedido es aceptado, del cigarrillo saldrá humo como si realmente el Ekeko fumara.
En ese marco, todo lo que uno quiere poseer en el año se compra en Alasitas, además de objetos en miniatura: casas pequeñas, bolsas de arroz, de azĂşcar, fideos, pan, se pueden adquirir artesanĂas en mimbre, barro, madera, ropa de alpaca, vicuña, instrumentos musicales. Por el principio de la magia imaginativa, la gente del campo adquirirá con preferencia, figuras de animales, vacunos, ovinos, llamas y aves, camiones, camionetas, bicicletas; que representaban las necesidades de su entorno, en cambio, se prepara para los vecinos de las ciudades: casas, edificios, artĂculos de construcciĂłn, palas, ladrillos, celulares y dinero, para ello ya se imprimen bolivianos, dĂłlares y euros.
Entre los pobladores antiguos, la fiesta del Ekeko se realizaba en el solsticio de verano, reunĂan de sus cosechas los elementos más extraños, si alguien no los tenĂa debĂa recoger piedras con formas raras para cambiarlas por objetos, nadie podĂa negarse al intercambio. Al haberse reintroducido esta fiesta donde los indĂgenas practicaban el intercambio de objetos pequeños por monedas, se reestableciĂł paulatinamente este culto, donde el Ekeko debe conseguirse ya sea regalado o robado, jamás comprado, ya que los sueños nunca se compran con dinero y cada viernes o cada martes hay que colocar un cigarrillo encendido en su boca, si este se mantiene encendido hasta el final, los sueños se harán realidad.
Tal vez el origen de esta tradiciĂłn en el Altiplano, en la regiĂłn sur de los Andes, donde la comparten PerĂş y Bolivia, alrededor del Lago Titicaca, se remonte a aquellos comerciantes españoles que viajaban solitarios por todo el paĂs, visitando los pueblitos y llevando consigo diversas mercancĂas para intercambiarlas por productos locales. Muchas de estas mercancĂas eran productos totalmente inĂştiles para los indĂnegas, chucherĂas, pero constituĂan sĂmbolos procedentes de un mundo dominante. En cierta forma estos viajeros blancos representaban tambiĂ©n sueños hechos realidad a travĂ©s de productos que venĂan de lugares lejanos, asĂ el viejo comerciante español se fue convirtiendo en un sĂmbolo de buena suerte y felicidad.
Durante la Colonia, los Ekekos se fabricaron en oro y plata, tambiĂ©n en estaño y cobre, actualmente se hacen en yeso o arcilla, pero a pesar de lo humilde de estos Ăşltimos materiales, este Ădolo ha extendido su influencia a otras regiones andinas y costeñas y continĂşa llevando felicidad a la gente que cree en Ă©l.
Quien lo posea, se sentirá más confiado para conseguir lo que necesita y podrá creer que este amuleto le ha de proporcionar dinero, trabajo, alegrĂa y especialmente mucha esperanza. En los tiempos difĂciles que vivimos esta ayuda es generalmente muy buscada.
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